Los seguros de vida son un tipo de póliza que, a pesar de no ser obligatoria como otras (las de coche por ejemplo), ayuda a proteger a todos los miembros del núcleo familiar, y por ello cada vez son más los que optan por su contratación. Hoy te traemos una guía en la que encontrarás todo lo relativo al capital asegurable en el caso de querer contratar una póliza de vida.
El capital asegurado es la indemnización que recibirá el beneficiario del seguro en el caso de que se cumplan las condiciones estipuladas en el contrato, normalmente el fallecimiento del asegurado o la invalidez permanente total o absoluta del mismo. Muchas aseguradoras recomiendan que se establezca un capital de unas cuatro o cinco veces superior a nuestro salario neto anual, sin embargo, si no estás seguro acerca de lo que hacer en este caso, lo ideal es informarse bien y preguntar a expertos en el tema.
Además lo normal es que, a la hora de suscribir una póliza, las compañías realicen un cuestionario sobre el estado de salud del futuro cliente, edad y otros datos que, además del capital, influyen enormemente en el precio de la prima.
El capital que debemos asegurar dependerá de muchos factores. La situación en la que estemos, nuestra capacidad económica o lo que creamos que es suficiente para cubrir nuestras necesidades marcarán la cifra que debemos establecer en el contrato. Eso sí, hay que tener en cuenta que cuanto más alta sea esa cantidad, más alta será la indemnización que reciban los beneficiarios del seguro, pero también la prima será más alta.
Lo principal es saber qué necesidades buscamos cubrir. Por ejemplo, si tenemos una hipoteca y queremos que, en caso de que fallezcamos o suframos una invalidez permanente, nuestros seres queridos no tengan que hacer frente a este préstamos, debemos suscribir una cantidad que sea equivalente a la hipoteca. Además, se recomienda que en estos casos el capital sea mayor para que la familia pueda reajustar los ingresos después del fallecimiento del miembro que suponía la principal fuente de ingresos. En el caso de que nuestro objetivo no sea cubrir préstamos, deberemos de valorar qué cantidad es la que más se ajusta a lo que buscamos.
La estructura familiar es otro de esos factores que se antojan fundamentales a la hora de establecer el capital a asegurar, ya que no es lo mismo tener hijos que no tenerlos (el número de miembros de la familia a proteger es muy importante), igual que no es lo mismo tener hijos de corta edad que hijos que estén en su etapa universitaria. En este último caso habrá que tratar de asegurar a nuestros descendientes el pago de sus estudios para que puedan terminarlos a pesar de que el asegurado fallezca.
Como ya hemos explicado, un seguro de vida es muy recomendable cuando se tiene una casa hipotecada, si nuestros hijos están cursando estudios universitarios o si simplemente se quiere proteger a nuestra familia. Existen dos tipos de pólizas de vida:
Vida Riesgo
Es un seguro que, principalmente, protege al beneficiario frente a la muerte del asegurado. Eso sí, si el contrato vence y el cliente sigue vivo, la compañía no deberá otorgar ningún tipo de indemnización. Como siempre, a más edad del cliente y mayor capital a asegurar, mayor será la prima.
Vida Ahorro
Estas, sin embargo, indemnizan al asegurado cuando este llegue a una determinada edad sin fallecer. El capital ahorrado se forma a base de las primas pagadas por el cliente mensualmente o de manera anual. De hecho también se puede dar el caso de que se entregue un único pago para conseguir una rentabilidad fija.
Vida Mixto
Además de estas dos fórmulas también puedes contratar un seguro de Vida Mixto (Riesgo y Ahorro). En este caso la póliza protege a los beneficiarios en caso de que fallezca el asegurado pero también te otorga una cantidad fijada por contrato en caso de que sobrevivas hasta una determinada edad.