Proteger a la familia de posibles deudas, asegurar el futuro y los estudios de los hijos, disponer de un dinero extra cuando llegue la jubilación… Existen muchas razones para contratar un seguro de vida. Un tipo de póliza que cada vez cuenta con más adeptos y que proporciona a sus usuarios una dulce sensación de tranquilidad. Sin embargo, cabe comentar que es importante elegir en qué momento vamos a suscribirla. En esta guía te damos algunas claves.
Los expertos en seguros se ponen de acuerdo a la hora de decidir a qué edad es mejor contratar un seguro de vida, pero afirman que lo recomendable es hacerlo entre los treinta y los cincuenta años. Más allá de la edad, sin embargo lo importante es la situación de cada persona. Sí, porque son precisamente las características habituales de los individuos comentados las que llevan a estos especialistas a designar dicha franja como la más idónea.
Por otra parte, una de las principales motivaciones para suscribir un seguro de vida es la de cuidar de los nuestros. En este tipo de póliza el asegurado no va a ser el beneficiario, o al menos no siempre, porque como veremos en el siguiente apartado, hay distintos tipos de seguros de vida.
Teniendo en cuenta esto, el mejor momento para contratar un seguro de vida es desde el instante en el que formamos una familia, sobre todo si esta va a depender de nosotros para subsistir. De ahí que la edad aconsejable se ubique entre los treinta y los cincuenta años, porque es la etapa dónde es más habitual tener hijos, adoptar y similares. Pero como hay muchas excepciones, es preferible hablar de la situación y no de la edad a la hora de recomendar la contratación de una póliza.
Si el fallecimiento o la enfermedad grave de la persona que es la principal fuente de ingresos puede suponer un elevado riesgo para la economía familiar, será el momento ideal para hacernos con un seguro de vida. Esto puede evitar que, si se produce cualquier imprevisto o accidente, nuestros seres queridos queden desamparados y sin recursos.
Es aún más recomendable contratar una póliza si a la situación anterior le añadimos que tenemos una hipoteca. Además de no disponer de nuestro salario, la familia se verá obligada a afrontar el pago de la hipoteca para no quedarse en la calle.
Hay muchos bancos que ofrecen el seguro conjuntamente, porque los tipos de interés pueden variar de tener o no seguro, pero probablemente ese tipo de pólizas no sean las mejores ya que pueden contar con coberturas muy limitadas. No es obligatorio contratar con un seguro para la hipoteca, pero sin duda es lo más recomendable, como también lo es para cualquier otro tipo de deuda.
Pero existe la posibilidad de que el beneficiario de una póliza de vida sea el propio asegurado. ¿La razón? Que muchas de ellas incluyen coberturas adicionales para convertirlo en un seguro Vida-Ahorro, que nos puede servir de complemento al plan de pensiones al añadirle, por ejemplo, la renta vitalicia. Sería buena idea disponer del seguro de vida hasta los cincuenta y, a partir de esa edad, unirle la modalidad de ahorro para garantizar la tranquilidad en la vejez.
En definitiva, el mejor momento para suscribir un seguro de vida es cuando tengamos personas que dependan directamente de nosotros. Antes de tomar una decisión es importante que estudiemos todas las opciones con detenimiento, porque este tipo de seguros implican una relación de muchos años con la aseguradora y vamos a querer elegir la que mejor se adapte a nuestra situación. Nosotros te recomendamos que uses el comparador de Acierto.com para ayudarte en tu búsqueda.
Son tres los tipos de seguros de vida entre los que podemos contratar, y que elegiremos en función de cómo se adecúen a nuestra situación:
Vida Riesgo: con la que nos cubriremos en caso de un fallecimiento prematuro. Este es el ideal si el fenecido sustentaba a la familia y tenía una hipoteca a la que hacer frente. Establece una edad máxima donde finaliza la cobertura del seguro.
Vida Ahorro: para más tranquilidad en la vejez. Cuando nuestros hijos ya son capaces de valerse por ellos mismos y la hipoteca o cualquier otra deuda están saldadas (o prácticamente) podremos empezar a pensar en la jubilación, y contratar una póliza de Vida-Ahorro es una buena opción.
Mixto: para gozar de lo mejor de ambos seguros. De esta forma estaremos ahorrando para la jubilación con la tranquilidad de tener protegida a la familia en caso de fallecimiento o quedar en estado de invalidez.
Como hemos dicho, este tipo de seguro es para casi toda la vida (siempre cabe la opción de anularlo) por lo que habrá que prestar especial atención a algunos detalles importantes. Es una póliza donde vamos a invertir mucho dinero y queremos que esté todo atado para que no tengamos ninguna sorpresa. Aquí os dejamos algunos consejos:
Los expertos recomiendan que la cantidad de dinero asegurada sea la suma del salario que ganarías entre tres y cinco años. De esta forma tu familia tendría ese tiempo para intentar estabilizar su economía y acostumbrarse a subsistir sin esos ingresos.
Si el seguro de vida está ligado a la hipoteca, es importante que cubra el 100% del préstamo para no legar la deuda a nuestra familia.
Elige bien a los beneficiarios. A la hora de contratar la póliza podrás decidir quién o quiénes van a recibir el dinero (y de qué forma), aunque puedes postergar esta decisión o modificarla cuando lo consideres necesario. Además, es importante saber que un testamento avalado por un notario prevalece ante lo expuesto en la póliza, por lo que siempre se cumplirá la última voluntad.
Aunque seas el principal sustento de la familia, si tu pareja también trabaja y aporta otro salario, sería ideal que los dos dispongais de un seguro de vida. De esta forma la economía de la familia, acostumbrada a un cierto nivel de vida, no se verá desestabilizada si fallecéis uno de los dos.